La primera agrupación de Juventudes Socialistas se creó el 27 de septiembre de 1903 en Erandio, Bilbao, apenas 10 días después de que Tomás Meabe, fundador de la organización, escribiera en el periódico “La lucha de clases” un editorial titulado “Derroteros”, en el que hablaba sobre la necesidad de crear una organización de jóvenes inspirada en las Jóvenes Guardias Socialistas de Bélgica, primera organización socialista juvenil.
La creación de agrupaciones por todo el norte fue inmediata, especialmente en las zonas mineras o industrializadas, en las grandes ciudades, y en las capitales neurálgicas del movimiento obrero. Pero el nacimiento de Juventudes Socialistas de España, tal y como hoy la conocemos, tuvo lugar con la celebración en Bilbao, del 14 al 16 de abril de 1906, de un congreso en el que se aprobó la constitución de la Federación Nacional de Juventudes Socialistas Españolas.
En 1908 se celebró el II Congreso Federal, que sirvió para sentar las bases ideológicas de la organización. Así, además del antimilitarismo, que inspiró la creación de la organización, se aprueban resoluciones que muestran la preocupación por la educación y la formación, o un incipiente feminismo, que lleva a admitir la creación de grupos femeninos dentro de las Juventudes Socialistas.
Entre 1908 y 1919 se produce un espectacular crecimiento de la organización, y se crean agrupaciones a lo largo de toda la geografía española, pero la constitución en 1919 de la III Internacional, y la definición política de Juventudes Socialistas a favor de ésta, frente al PSOE, que en congreso extraordinario decidió mantenerse en la II Internacional, marca una ruptura que cristalizó en 1921, cuando un Congreso extraordinario decidió, con una exigua diferencia, integrar la organización en el recién creado Partido Comunista Obrero Español, para construir la Federación de Juventudes Comunistas.
No sería hasta 1925 cuando un grupo de jóvenes decidió reorganizar las Juventudes Socialistas con la celebración del I Congreso Nacional de JSE, denominado como el de la refundación, que también decidió la reincorporación al PSOE. Comenzó así una nueva etapa caracterizada por el bajo perfil político de las Juventudes Socialistas, muy controladas por la dirección del PSOE, que temía que se repitiera lo acaecido en 1921.
El III Congreso Nacional de las JSE, celebrado en Mayo de 1929, marcó un giro en los posicionamientos políticos de la organización, que se atreve a esbozar un programa político y reivindicativo propio, que se consolidaría en el congreso celebrado en 1932.
Con la caída de la dictadura se abre en España un proceso revolucionario que desemboca en la proclamación de la II República, el 14 de abril de 1931, que supone un espectacular crecimiento de la organización, que pasa de los 1.500 militantes en el Congreso de 1929 a 12.000 en su Congreso de febrero de 1932.
El Congreso de 1932, por otra parte, sería la palanca de impulso definitivo a la organización. Se recoge toda una serie de resoluciones, en la práctica un programa de actuación reivindicativa en todos los órdenes, junto con un análisis serio de la situación política y económica. Además, también se fijaron las normas para crear las milicias Socialistas (grupos que contrarrestaban los ataques mediáticos y públicos de la derecha, mediante la difusión y explicación de los proyectos llevados a cabo por el Gobierno de la Republica).
El V Congreso de las Juventudes Socialistas de España se celebró en abril de 1934, y en él se elige una nueva dirección, que propició la unificación, en 1936, de las Juventudes Socialistas de España y la Unión de Jóvenes Comunistas de España, bajo la denominación de Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), y con Santiago Carrillo como Secretario General.
Pero el 14 de Marzo de 1939 jóvenes socialistas de toda la España Republicana se reunieron en Madrid y decidieron reconstruir la Federación Nacional de Juventudes Socialistas, después de que las Juventudes Socialistas Unificadas destituyera a todos los dirigentes contrarios a su radicalización y su paso al Partido Comunista.
Tras la guerra civil, con la mayoría de los militantes en el exilio, en prisión, o viviendo en la clandestinidad, hubo varios intentos de reconstituir la organización desde el exterior, pero sería en abril de 1945 cuando se celebró en Toulouse un Congreso en el que se decidió la constitución de una única Federación de JSE, con sede en dicha ciudad francesa.
La reorganización en el interior fue más dura debido a las condiciones de persecución y exterminio de todos los militantes de izquierda que no pudieron salir de España. Los primeros contactos organizativos tuvieron lugar en las cárceles y campos de concentración, y en realidad fueron jóvenes socialistas los que asumieron la gran tarea de agrupar, reconstruir y mantener viva la llama de la organización socialista durante toda la etapa de la Dictadura.
A principios de los años 70 los militantes en el interior comienzan a tomar un protagonismo que se consolida a partir de XI Congreso, celebrado en Lisboa en 1975. El 19 de Febrero de 1977 Juventudes Socialistas de España se convierten en una organización legal, y en septiembre de ese mismo año se celebra, bajo el lema “Hagamos Crecer el Socialismo”, el XIII Congreso de las JSE, en el que se realiza un gran esfuerzo para adecuar la organización a una estrategia marcada por la realización de una política específicamente juvenil. La Carta Constitucional de la Juventud, en la que se recogían las reivindicaciones juveniles que se pretendían incorporar en la Constitución, que en aquel entonces se comenzó a elaborar, supuso el referente político de Juventudes Socialistas.
La victoria del PSOE en octubre de 1982, fue para los jóvenes socialistas un momento de gran esperanza e ilusión, pero también provocó momentos de tensión en el seno de la organización, que no siempre se mostró de acuerdo con las decisiones tomadas desde el Gobierno.
Siguieron años de intensos cambios tanto en lo político, como en lo social, y Juventudes Socialistas tuvo que adaptar su ideario político a las nuevas necesidades sociales que iban surgiendo.
A principios de los 90, la desmovilización de la juventud, y el giro hacia la derecha experimentado por el voto joven marcaron la necesidad de plantear un cambio organizativo que sirviera para abrirse a la juventud. En el congreso de 1993 se pusieron las bases de este cambio, que se materializó en el celebrado en 1996, donde se establecieron nuevas formas de trabajo, presididas por la necesidad de atacar frontalmente el conservadurismo, promover las opciones de los jóvenes, e implicarse directamente en el debate de la familia socialista.
Esta línea de renovación, y de mayor implicación de la organización en aquellos foros en los que los jóvenes estaban presentes, especialmente el CJE, se reforzó a partir del XXI Congreso, celebrado en 2000. Este congreso, además, trajo consigo un cambio en las relaciones de Juventudes Socialistas con el PSOE. Juventudes Socialistas volvía a participar en los órganos de decisión del Partido con voz y voto, lo que ampliaba la capacidad de la organización para hacerse oír, y al mismo tiempo trasladar la voz de los jóvenes al Partido.
De este modo se impuso un modelo de trabajo, que sigue vigente, en el que los jóvenes socialistas han consolidado su papel como intermediarios entre el PSOE y los jóvenes, y viceversa. Un período que ha estado marcado por la presencia de los jóvenes socialistas en la calle, en las universidades y centros de educación secundaria; por una activa participación dentro del movimiento asociativo juvenil, la colaboración con los movimientos sociales, y una intensa actividad política, que ha permitido trasladar las inquietudes de los jóvenes y sus problemas a los principales ámbitos de decisión del Partido, y transformarlas en compromisos, y finalmente en políticas concretas.